miércoles, 23 de julio de 2014

Primera propuesta

Escribir un texto observando este dibujo de Miguel Ruibal, puedes ver otros trabajos del mismo autor en su web



VACÍO


Sentado en el porche, vestido con lo puesto y una tazada cargada de insomnio entre mis dedos, enciendo otro cigarrillo mientras me deleito con la música compuesta por las rugientes olas lanzándose contra los riscos.  Tras un período de sopor, vuelvo en mí y sigo el consejo de las gaviotas que se aproximan desde el horizonte y huyo hacia el interior de mi guarida.
A través de la ventana contemplo como las primeras gotas de lluvia caen sobre las sinuosas dunas. Dirijo mi mirada hacia el confín del mundo preguntándome cuál habrá sido tu destino. Quizás estés allá en El Parnaso, risueña como eras, narrando nuestras aventuras a tus hermanas. O estés viajando hacia otros mundos a los que otra pluma más prolífica sea capaz de guiarte.
Consternado por tu pérdida, recuerdo los momentos en los que, abrazada a mi cintura, vertías en mi oído palabras repletas de significado y que yo encadenaba una tras otra creando relatos que a todos impresionaban.
Ahora, con tu marcha, has abierto una brecha en mi interior que ha aprovechado el mayor de mis enemigos para  colarse sin invitación. El síndrome, que tantas burlas había ocasionado entre mis prolíficos colegas en sus suntuosas reuniones, llama ahora a mi puerta y amenaza con no marcharse jamás.
Yo, que fui capaz de otorgar vida a tantos personajes, que di muerte a los villanos más temidos. Yo que levanté imperios de las ruinas, que me enfrenté a monstruos inimaginables para la mente humana, he sucumbido al miedo como tantos escritores que se enfrentan al abismo.
Y desde esta recóndita morada, tan solo me queda esperar tu vuelta. Aguardar tu regreso y por fin ser capaz de rellenar esta página en blanco.
                                                                                  
Leonardo Jiménez Gómez
22/07/2014

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EL MODEL


—Serà possible? Quina poca vergonya! Mira-te’ls com m’escodrinyen!


Era la primera vegada que se sotmetia a una sessió de model. Li havien dit que era molt complicat, malgrat que aparentment era molt senzill,... que semblava que et pagaven per no fer res...

Però, realment, calia estar-hi preparat. És un treball molt dur, psicològicament molt dur.

Sotmetre’s, exposar-se a l’escrutini d’una gent que ha de traure de tu una imatge, que ha de traduir el teu posat, el teu cos, en una imatge... no és feina fàcil.

Et sents despullat, i no dic si, a més estàs realment despullat, nu, sense cap protecció davant d’aquestes mirades que estudien cada racó del teu cos, cada plec, cada pèl, cada respiració...

Són hores i hores de quietud que t’obliguen a pensar. Es l’única activitat que pots fer. És cert que també pots meditar, fer exercicis de relaxació o d’atenció plena, de concentració. Pots desconnectar el cervell i atendre a la teua respiració. Prendre consciència, en definitiva, de tu mateix, del teu propi cos.


Tot havia anat bé la primera hora, però quan, després del primer descans es va haver de tornar a enfrontar un altre grup d’examinadors des del tamboret, va estar a punt de pegar a fugir d’aquella sala.

Ho va poder suportar. N’estava molt satisfet. Una fita aconseguida.


—Sí, però és que ara no estic posant! Estic... i mira tu aquesta colla de lletraferits que vénen a tractar d’inspirar-se per tal d’escriure el seu relat.


La cortina de fum del cigarret tampoc no li servia per escapar del món.

No tenia res. Estava completament a soles.

Aïllat. Abandonat. Desesperat.



Salvador Pallarès-Garí